Quiero abrazarte en nuestra playa
como nadie te ha abrazado,
desnudo de piel, de dudas, de huesos,
de espinas que se clavan
en el final triste de todos los veranos.
Quiero que la espuma blanca de las olas
arrastre nuestros miedos mar adentro,
que los hunda y los deshaga y los olvide
para enterrarlos en un fondo confuso
de erizos marinos, de estrellas sin luz,
de corales sin mañana ni destino.
Así estaremos a salvo, alejados
de todo lo que pueda hacernos daño
y tal vez, el otoño no llegue
y el invierno se pierda
y la primavera arda en un nuevo verano
y yo pueda seguir tocando
tu espalda con la punta de mis dedos,
aquí, en nuestra playa,
donde este amor no será pasajero
pues encontraremos el suficiente valor
para alzar la mirada y gritarlo,
para saltar juntos al inmenso vacío
que forma la rutina de los días,
para contener las dudas que asedian
obstinadas ante lo desconocido.
Quiero abrazarte en nuestra playa
como nadie te ha abrazado,
desnudo de sal, de angustia, de noches,
con el corazón rendido
y mi futuro, temblando en tus manos.