Las cosas
acaban cayendo por su propio peso.
Ella se rasgó la piel airadamente,
y dejó al descubierto toda su negrura.
Hacía mucho tiempo que a mi lado
tan sólo había luz
y tardé en reconocer la oscuridad.
Justificaba su agrio manto que todo trataba
de empapar
con malos entendidos, tensiones y equivocadas
palabras.
Pero las cosas
acaban cayendo por su propio peso.
Hay que ser muy avaricioso,
pensé al contemplarla desnuda, para guardar
tanto odio, tanto rencor, tanta desconfianza,
y no permitir que vuelen libres.
Hay que tener los ojos cargados de hollín
para ver la luz, oscura y confundir
una
mano tendida con un puño que te ahoga.
Pero las cosas
Acaban cayendo por su propio peso.
Y sentí pena al pensar
que sólo, el que ha recibido muchos golpes,
en lugar de abrir los brazos
golpea, por si le atacan de nuevo.
Que sólo, el que ha perdido muchas lágrimas
Es capaz de hacer llorar a quien porta una
sonrisa
para que así, sus lágrimas perdidas
no parezcan ridículas y sin sentido.
Pero las cosas
Acaban cayendo por su propio peso.
Y la negrura,
por mucho que se empolve la nariz,
nunca dejará de ser
solitaria, amargada y oscura.
Bufff...buenísimo, pero muy duro.
ResponderEliminarOjalá la negrura nunca nos invada del todo y siempre nos quede un poco de luz en la mirada.
Mil besos, mi niño.